Reflexiones en Trance: El camino

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Ya desde pequeño te empiezan a preguntar qué quieres ser de mayor. Siempre he dudado ante esa pregunta, las típicas respuestas de "policía" o "bombero" no me llenaban, las posibilidades eran tantas y tan desconocidas que era difícil decidirse. Pero la vida es sencilla en esta época, no hay prisa, las responsabilidades son mínimas y la ilusión infinita y parece que no hay nada que te impida conseguir que seas lo que te propongas.

Al ir creciendo se definen mejor tus intereses, las cosas que te gustan, que te atraen. Quizás siga costando elegir una dirección concreta pero sabes mejor hacia dónde quieres ir y hacia dónde no. Las responsabilidades aumentan pero la ilusión se mantiene, porque al fin y al cabo las cosas se siguen viendo desde lejos, aún queda mucho para que llegue.

Y de repente te ves eligiendo una carrera sin todavía tener claro tu destino, pero aún así crees que la decisión ha sido la correcta y la motivación es grande. Pasan los años, las responsabilidades aumentan y lo que es peor, vas viendo cómo es en realidad todo lo que te gustaba. Te das cuenta de que lo habías idealizado, que está en realidad por debajo de tus expectativas y la ilusión se va perdiendo.

Antes de darte ni siquiera cuenta ya has acabado la carrera y te encuentras ante un panorama desolador donde las posibilidades no son tantas y entre las que no se encuentran las que en su día te hicieron soñar, te motivaron. Las responsabilidades en ocasiones te desbordan, aparecen situaciones y personas a las que dedicas demasiado tiempo (del que casi no dispones ya) e ilusión para finalmente no conseguir nada, aparte de un sentimiento de frustración, por razones ajenas a tí.

Y sin embargo, la vida sigue sorprendiéndote con pequeños detalles, como sucesos o casualidades, que consiguen volver a despertar esa ilusión, a ver el mundo con otros ojos, a volver a motivarte y a seguir pensando que todo tiene un sentido, ¡que serás capaz de encontrar el camino!

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